Un espíritu sobrevuela la ciudad
tan inocuo y mortal a la vez
escala por las montañas
se eleva al horizonte
y mi mirada perdida, regresa
se esconde entre las calles oscuras
entre los ruidos nocturnos
y los tejados de los negros edificios
luna menguante acelera mi ritmo
pasos en el antiguo andén
crujen las puertas y el viento
llora y escapa silbando agonía
busco luz entre mil tinieblas
escapan de mis dedos las esperanzas
mitigan mis ansias
estas piernas que me dijeron: ¡correr!
una sombra pernocta en la ciudad
escabulléndose de las siluetas
con facies de muerte
de silencio eterno de caídas fatales
Llueve, se acerca y arrecia
mi imagen se desfigura
entre los semáforos
y la fuente de piedra
un cántico lejano anuncia al sol
escalofriante sensación
me parte en mil fragmentos
y en un parpadeo
me diluyo en albor y madrugada
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